
Ciudad del Este, históricamente conocida como el principal motor comercial de la Triple Frontera, atraviesa una etapa de transformación profunda desde el sector privado. El crecimiento del mercado inmobiliario, impulsado por nuevos capitales, mayor diversificación económica y la llegada de profesionales que retornan a Alto Paraná, está cambiando la fisonomía de la ciudad y posicionándola entre los polos urbanos más dinámicos del país.
Los datos del sector muestran un fenómeno en expansión. Solo en 2024, los proyectos aprobados representaron entre USD 180 y 200 millones y las estimaciones a cierre de este 2025 apuntan a un crecimiento de 25% a 30%, lo que podría elevar la inversión total por encima de USD 300 millones.
El nuevo ciclo de expansión no es solamente local. En la última década, Ciudad del Este ha atraído cada vez más a inversionistas extranjeros –especialmente brasileños y argentinos– que ya representan entre el 35% y el 40% de los emprendimientos en desarrollo. La ubicación estratégica, el flujo comercial transfronterizo y la percepción de estabilidad económica generan un ambiente favorable para grandes proyectos.
El movimiento del mercado inmobiliario también refleja la migración inversa de familias que habían dejado la región años atrás. Muchas vuelven atraídas por mejores perspectivas laborales, nuevos polos educativos y un ambiente urbano en modernización.
SEGMENTOS. El auge se expresa en todos los segmentos. El residencial sigue liderando la demanda, con condominios verticales de mediana altura y barrios diseñados con nuevas centralidades.
La oferta apunta a familias jóvenes, profesionales del sector tecnológico y ejecutivos vinculados a empresas industriales y logísticas.
Al mismo tiempo, el mercado corporativo atraviesa un momento inédito: Centros logísticos, hubs empresariales, galpones industriales y oficinas premium conforman un mapa urbano mucho más complejo que aquel que históricamente se asociaba a Ciudad del Este, basada casi exclusivamente en el comercio fronterizo.
Este cambio responde a la diversificación de la economía regional. El agronegocio, el turismo y la industria –especialmente la manufactura ligera– se consolidan como pilares que sostienen la actividad económica, reduciendo la dependencia del comercio tradicional.
El impacto sobre la economía real. La industria de la construcción ya genera más de 25.000 empleos directos e indirectos en Alto Paraná, lo que equivale a entre 12% y 15% de la mano de obra del departamento. El movimiento se siente en ferreterías, corralones, comercios barriales, empresas de diseño, estudios de arquitectura y operadores logísticos.
La velocidad con que se absorben los nuevos proyectos también sorprende al mercado. Emprendimientos residenciales y corporativos alcanzan hasta el 70% de las unidades vendidas en pocas semanas, lo que confirma el apetito del público y la confianza en la estabilidad económica de la región.
Fuente. UH

