La primera misión ya confirmada del flamante presidente argentino, Javier Milei, será aplicar un plan de shock para intentar estabilizar la economía argentina, que arrastra profundos desequilibrios que la ponen al borde de una crisis explosiva.
“Cuando hablo de plan de shock hablo de poner en caja las cuentas públicas, hablo de lo que tiene que ver con la solución de las Letras de Liquidez (Leliq), arreglar el balance del Banco Central y, una vez que eso lo tengamos encaminado, empezar a abrir el cepo e ir hacia una unificación cambiaria”, dijo Milei tras su victoria electoral.
Un plan de desafiante ejecución y resultado incierto cuyas claves son las siguientes:
EQUILIBRAR CUENTAS. Milei formuló como objetivo fiscal lograr en 2024 el equilibrio financiero (resultado fiscal primario y pago de intereses de la deuda), lo que supone como mínimo lograr un superávit primario equivalente al 2% del PBI.
Para ello, debería aplicar un ajuste fiscal de al menos un 5% del PBI, una meta ambiciosa que implicaría medidas drásticas y no exentas de impopularidad y costes políticos.
El foco estaría puesto en reducir los gastos en obras públicas de infraestructura y en personal de la Administración pública, bajar los subsidios, especialmente a la energía y el transporte, y recortar las transferencias corrientes a las provincias. También se cortaría la asistencia a la treintena de empresas públicas, que en una segunda fase serían privatizadas.
Por el lado de los ingresos, Milei ha prometido bajar y eliminar muchos tributos, aunque no está claro si avanzará en tal sentido en el corto plazo, teniendo en cuenta que, en un escenario de caída de la actividad económica, la recaudación se contraerá.
DESACTIVAR LA BOMBA. Una de las prioridades de Milei es “desinflar” los pasivos del Banco Central, algo que, según el ahora presidente, urge para no ingresar en una hiperinflación.
La deuda no remunerada del Banco Central asciende a unos 25.000 millones de dólares, una bomba hecha instrumentos financieros (Letras de Liquidez –Leliq– y Pases Pasivos) colocados entre bancos comerciales.
En el mercado se especula con una salida que rescate estos instrumentos a cambio de títulos de deuda del Tesoro o de dinero en efectivo obtenido por un préstamo internacional –por ejemplo, más auxilio financiero por parte del Fondo Monetario Internacional–, o una combinación de esas alternativas.
“La bomba en términos de deuda asciende a 100.000 millones de dólares, que habrá que sumar a los cerca de 420.000 millones de deuda ya existente”, advirtió ayer durante su primer discurso como presidente de los argentinos.
A ellos se suman los vencimientos en 2024 de deuda soberana emitida en pesos, por el equivalente a unos 90.000 millones de dólares, más los vencimientos con organismos multilaterales por 25.000 millones, según señaló.
FRENAR EMISIÓN. El Banco Central dejará de emitir dinero para asistir al Tesoro en sus necesidades de financiación, una práctica a la que Milei achaca el fenómeno de la elevada inflación en Argentina.
TORO CAMBIARIO. El plan de dolarizar la economía y cerrar el Banco Central prometido por Milei en campaña parece haber perdido fuerza o, al menos, no será ejecutado de inmediato.
El mercado espera que, apenas iniciado, el nuevo Gobierno devalúe el tipo de cambio oficial entre un 75 y un 100%.
Luego vendrían otros pasos hacía la progresiva unificación cambiaria –hoy coexisten una veintena de tipos de cambio alternativos– y, finalmente, el levantamiento del denominado cepo cambiario, el enjambre de restricciones para acceder a divisas que impera en Argentina.
Pero el avance hacia esos objetivos dependerá en gran medida del nivel de reservas netas que logre acumular el Banco Central, hoy negativas en unos 10.500 millones de dólares.
SINCERAR PRECIOS. Milei se propone terminar con la “represión” de los precios de la economía que mantiene fijos o retraídos ciertos valores de bienes y servicios regulados.
Esta corrección, junto con las medidas cambiarias que piensa adoptar, tendrá un efecto inflacionario, con un índice de precios ya muy elevado, cercano al 160 % interanual en noviembre.
El propio Milei ha reconocido que la “estanflación” se profundizará y que llevará tiempo salir de ella, un delicado escenario donde ya casi la mitad de la población es pobre.
Tercera economía de América Latina, Argentina registra una inflación anualizada de más de 140% y una tasa de pobreza superior a 40%. Para enfrentar esa crisis, Milei propone medidas drásticas en recorte del gasto público, reducción del Estado y liberalización en un país acostumbrado por años a subsidios y déficit fiscal. “Hoy comienza una nueva era en Argentina, una era de paz y prosperidad, una era de crecimiento y desarrollo, una era de libertad y progreso”, aseguró Milei en su discurso.
Anticipó que no perseguirá a políticos
Javier Milei aseguró en su discurso ante la ciudadanía que no va a “perseguir a nadie” de la clase política, pero también advirtió de que no se dejará extorsionar y sus convicciones son “inamovibles”.
“No pedimos acompañamiento ciego, pero no vamos a tolerar que la hipocresía, la deshonestidad o la ambición de poder interfieran con el cambio que los argentinos elegimos”, advirtió Milei, desde una tribuna instalada a los pies de la escalinata del Congreso nacional, en presencia de los principales representantes internacionales que acudieron a su asunción presidencial y ante decenas de miles de ciudadanos congregados en los alrededores.
El nuevo presidente describió una “situación crítica y de emergencia” y dijo que no hay “alternativas” más que un fuerte ajuste y de shock, lo que supondrá un sacrificio para la población.
Muchos esperan que el Gobierno entrante haga pagar al de Alberto Fernández la responsabilidad de la pesada herencia, en tanto que la vicepresidenta saliente y exmandataria (2007-2015), Cristina Fernández, tiene varias causas judiciales en marcha por corrupción y fue condenada el 6 de diciembre del año pasado por defraudación al Estado, aunque la pena es recurrible.
Milei avisó que su Gobierno no llega para “saldar viejas ‘vendettas’” y recordó que el suyo “no es un proyecto de poder, sino del país.
Fuente. UH